El programa de hoy hubiera dado como para hacer un especial convocatorias, pues son muchas para este fin de semana y el próximo.
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Sep 24
El programa de hoy hubiera dado como para hacer un especial convocatorias, pues son muchas para este fin de semana y el próximo.
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Ago 27
La guerra nos ocupa en este programa.
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Ago 27
En estos días tenemos muy presente la noticia de los miles, cientos de miles de hecho, de personas buscando refugio en los últimos meses en la fortaleza europea. Intentando acceder desde los países extracomunitarios o la expoliada Grecia hacia un futuro garantizado por los llamados estados del bienestar, que de momento prefieren dejar la patata caliente a la Europa menos boyante.
Estos miles de personas están siendo usadas como arma arrojadiza o moneda de cambio por gobernantes oportunistas y por fascistas más o menos camuflados. Algunos neofascistas, eso sí, se muestran ya sin el menor camuflaje como es el caso de Hungría que está levantando un nuevo muro de la vergüenza, no tan distinto del que también tiene el Estado Español en África.
Igual queda quien no se había enterado, pero, estimados europeos, tenemos 90 millones de personas en guerra en Europa, como es el caso ucraniano, o a las mismas puertas del continente en Siria, Libia e Irak. Y eso siendo generosos, no incluyendo lugares como Gaza o el Kurdistán dominado por Turquía, donde decir que hay paz parece humor negro.
No queremos ampliar un poco más el foco, porque sino también tendríamos que incluir a Yemen y su reactivada guerra civil, animada desde Arabia Saudí, o el más lejano Afganistán y su guerra sin fin.
Todo esto dejando al margen las guerras olvidadas del continente africano, olvidadas pero interminables. Si sumáramos las cifras de todas las personas afectadas de una u otra manera por conflictos bélicos en el planeta probablemente nos acercáramos al escalofriante dato de 300 millones de seres humanos.
Tendríamos que remontarnos mucho tiempo para encontrarnos una situación de guerra tan extensa y que afectara a tantas personas. No es una guerra mundial, pero se extiende por buena parte del mundo, aunque en demasiadas ocasiones prefiramos mirar hacia otro lado.
Vamos a mirarlo como un occidental con posibles y un mes de vacaciones: haz la cuenta de a cuántos países no te irías de turismo ahora mismo por su situación de violencia. Pues eso.
También está la paz armada, como lo que se vive en Túnez o Egipto ahora mismo, con conflictos soterrados y zonas enteras que son auténticos polvorines. O la más descarada dictadura, como es el caso egipcio, donde la comunidad internacional ha optado por el silencio cómod la cercana Eritrea, donde el conflicto permanece latente y el dictador Afewerki mantiene un auténtico régimen de terror.
Si nos ponemos a mirar con detalle la situación bélica que nos rodea en sus diferentes estados todavía proporciona más motivos de preocupación, porque se trata, mayormente, de conflictos muy enquistados y sin visos de solución tan siquiera a medio plazo y, mayormente, guerras civiles de una crueldad extrema.
La más cercana, sin duda, es la de Ucrania, ahora un poco arrinconada de los medios, pero que ahí sigue con su goteo de muertos y desplazados. Los muertos, no hace falta decirlo, son mayormente civiles, pero además es un conflicto en que varias potencias están practicando la política de “patada en culo ajeno” intentando perjudicar los intereses de la Rusia de Putin o bien sacar negocio a cuenta de la UE. No falta quien lo tenga todo muy claro y haya colgado etiquetas de buenos y malos desde algunos sectores de la izquierda. Personalmente ese maniqueísmo se me queda cortísimo, como me parece absurdo el argumento de quien pretenda defender el concepto de guerra justa.
Si miramos a Libia, un país desde el que está huyendo la población a marchas forzadas la situación del conflicto civil es terrible. Hay que admitir que la multitud de facciones del conflicto es difícil de entender: Dos gobiernos, cientos de tribus y señores de la guerra, grupos yihadistas enfrentados entre sí, entre ellos el Estado Islámico (EI) o Ansar Al-Sharia, en la órbita de Al Qaeda. Y, por supuesto, muertos a diario, ajustes de cuentas y muchísimas armas.
En este conflicto, como en todos, hay muchos que se han apuntado a la fiesta. Así pues los Emiratos Árabes se han dedicado a bombardear Trípoli, mientras Qatar se dedica a armar a grupos islamistas afines a los Hermanos Musulmanes.
La cifra de desplazados es de 434.000 personas, la mayoría de las cuales han huido del país, aunque podría ser mayor. La cifra de muertos es casi imposible de calcular.
De Siria es mucho lo que se ha contado, aunque distinguir a todas las facciones en combate tampoco es fácil. Es lo que se llama un conflicto asimétrico, que en la práctica viene a ser un pandemonium de bandos matándose entre sí y que eventualmente pueden ser aliados. Es más mediático el EI, con su colección de atrocidades filmadas, pero el conflicto lleva ya 4 años y medio de sangría en que los que parecían luchadores de la libertad contra el régimen de El Assad han terminado siendo aún peores que el estado que decían combatir.
Y como consecuencia de esta masacre, 200.000 muertos y tres millones de desplazados. Si hay quien ve un problema en los refugiados, que le pregunten a países como Jordania con sus 700.000 sirios y una economía más que precaria.
En la frontera con Turquía además se está produciendo el fuerte conflicto de Rojava, en el que el pueblo kurdo resiste por un lado a los fanáticos islamistas del EI y por otro a Turquía, amigo de conveniencia de los islamistas, y los bombardeos internacionales.
Porque oportunismo sanguinario es lo que sobra. Ahora mismo, Turquía está aprovechando para ensañarse de nuevo con el pueblo kurdo, tras unos años de una precaria paz en la que el estado turco no ha dejado de encarcelar disidentes y ejercer represión de baja intensidad que ahora se ha desbocado.
De Irak poco más se puede contar de lo que ya se sabe. En un país en la práctica casi inexistente, dividido en facciones sectarias y con una miríada de grupos enfrentados. En teoría la guerra terminó en 2011, con la retirada de las tropas estadounidenses
Por lo visto nadie se lo explicó a los diferentes bandos en conflicto y desde entonces aún han muerto 15.000 personas y a diario se producen escaramuzas armadas. El 75% de los niños han desertado de la actividad escolar y al menos 1.600.000 iraquíes siguen desplazados de sus hogares. Eso sí, podemos vanagloriarnos de que este ha sido un producto puramente occidental. Una guerra provocada por Occidente de la que Occidente se desentendió hace tiempo.
Los estados más favorecidos se desentienden de demasiadas cosas, sobre todo cuando no son un negocio.
Los refugiados molestan y si mueren asfixiados en una travesía infame o ahogados en una precaria embarcación parece que hagan feo. Si los desplazados se quedan en países del Sur parecen menos desplazados, parece que la guerra no nos afecte.
Olvidar es fácil, mirar hacia otro lado cómodo, pero la guerra es la realidad cotidiana de millones de personas, 90 en nuestra puerta. A lo mejor hay que empezar a mirar de cara esa realidad y tomar conciencia de la misma.
Ago 13
Puede que sea agosto, pero la contrainformación no para.
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Ago 12
Por J.M. Marshall. Acratorial de nuestro siguiente programa
No sé muy bien el porqué, pero cada vez que salen datos como la Encuesta de Población Activa (EPA) o las cifras del paro y algunas de esas estadísticas del INE a mí se me queda cara de tonto. Últimamente desde el poder pepero todo es euforia, afirmaciones de que estamos en el buen camino y lo cierto es que hasta me alegro de que haya gente que encuentre curro, aunque sea cualquier curro, como esos 50.900 aragoneses que cobran menos de 638,1 euros al mes (datos de la propia EPA).
Es por ello que he preferido dejar que se enfríe un poco esa euforia para entregarme a la más pura especulación y mirar las cosas desde la lente que más a mano tengo, la mía. Mirar por esa lente, hacerme mi propia encuesta, me lleva a reafirmar lo que es una evidencia: que puede uno trabajar a jornada completa y aún así no andar muy boyante o, si amplio un poco el foco a mi realidad inmediata, seguir siendo pobre.
Quiero aclarar que yo siempre he sido población activa, que tan apenas he cobrado el paro o subsidio alguno, por lo cual soy uno de esos contribuyentes modélicos que encima tiene la deferencia de no ponerse malo y conservarse razonablemente bien de salud.
Pese a ello la recompensa ha sido más bien exigua por parte de papá-Estado y no digamos ya del mundo empresarial. En la práctica, me pongo a mirar mis nóminas y descubro que en los últimos 11 años mi salario esencialmente no ha variado, euro arriba, euro abajo. He cambiado de trabajo, de sector y siempre cobro en torno a los mil euros. Misterio.
Resulta además que nos hallamos metidos en plena negociación de convenio y la promesa de la patronal, tras cinco años de congelación salarial, es una subida, con suerte, de menos del 1% anual y eso si los sindicatos aceptan firmar a tres años y si dejamos que se queden congelados todos los pluses, incluido el de transporte. Subida tan generosa me supondrá, tras descontar impuestos, unos 80 euros al año.
Eso sí, comparado con la subida de 1,3 euros mensuales de la pensión de mi querida mamá casi parece una fortuna. Mi padre tuvo el detalle de morirse para ahorrar al erario la ayuda a la dependencia que había solicitado tres años antes.
Ahora bien, si miro otras estadísticas resulta que el coste de la vida no ha llevado el mismo sendero que mi nómina o la pensión de mi madre. Solo la electricidad resulta que ha subido un 11% de enero a julio de 2015 y en 2014 subió un 18% (datos de FACUA). De momento no preveo alumbrarme con velas, así que de ese pago no me libro.
También han subido en los últimos años el gas, aunque este año bajará un poco, el agua corriente, todas las tasas municipales (algunas hasta duplicarse en una década), las comisiones bancarias, los alimentos básicos y del IVA ya ni hablamos. Éste último igual lo bajan, que vienen elecciones. Cuánta magnanimidad.
Vamos, que ya eche mano del ábaco, la estadística o contando con los dedos deduzco que voy perdiendo poder adquisitivo a ojos vista. También me da por leer y me encuentro con un dato que me dice que los jóvenes aragoneses cobran un 24% menos de media que en 2009. Pues será por eso por lo que cada vez más gente ha optado por esa salida laboral que pasa por los vuelos internacionales del aeropuerto.
Porque si me pongo a mirar a la gente más joven que conozco encuentro, por encima de todo, demasiadas paradas que aspiran a algún estupendo curro temporal por un salario de hambre. Estudiar va saliendo caro pero formarse es la mejor opción, siempre y cuando retomemos unas líneas más arriba y no descartemos hacer la maleta.
Luego volvemos al mundo-encuesta, esa especie de Arcadia feliz en la que habitan nuestros gobernantes, y las aspiraciones dicen por dónde van los tiros: El ministro José Manuel Soria, se ha mostrado confiado en que este año se logrará superar en “algunos millones” el récord de turistas internacionales. Al mismo tiempo para los Presupuestos Generales siguen congeladas las partidas de investigación ¿Será cosa mía o estos datos nos dan una clara lectura de por dónde van los tiros?
Sí, señores del poder, estoy deseando que me llamen demagogo, que me digan agorero, que denuncien mi negatividad y mi mala leche, aunque lo dudo porque sólo soy ciudadano. Calderilla humana de la de vota y calla.
A lo mejor no tengo que preocuparme, leer menos. Por lo menos no tendré que digerir sus datos precocinados. Se me atragantan.
Jul 31
Hoy abrimos con una sección de ecología que afecta a Aragón, a lo más cercano, pero que tiene consecuencias en este maltratado planeta.
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Jul 24
La actualidad a veces no hay forma de tomarla con humor, pero no está de más reírse un poco de todo, como hacía el desaparecido recientemente Javier Krahe, al que rendimos homenaje en nuestro programa de hoy, que se fija en lo estatal, pero que hoy tiene una amplia sección internacional en la que nos acordamos de Kurdistán, Palestina o de Carlo Giuliani.
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Jul 17
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Jul 15
Por J.M. Marshall
Editorial de nuestro próximo programa
No sabes que están hablando de una revolución
Suena como un susurro (Tracy Chapman)
Mi último día en Atenas, a una semana del referéndum, aprovecho para econtrarme con personas de movimientos sociales, pero también para palpar la realidad más allá del simple panfleto o el tostón del análisis político-económico, a años luz de como vive el pueblo griego las últimas semanas.
Los bancos siguen cerrados. La estampa de la mañana es la de los últimos días con filas en los cajeros. El transporte público sigue siendo gratuito. Esto ayuda a que el infernal tráfico ateniense se haya aplacado. Tampoco es que los bolsillos estén para mucho combustible. Lo gana el Medio Ambiente.
Llegué el sábado y es más barato comprar en el mercado, por eso está lleno. Atenas se ha convertido en la ciudad de la compra a granel. Lo más barato es lo óptimo y siempre se puede compartir o hacer durar. Los que reciclan directamente de los desperdicios son muchos. La pobreza ya no tiene disimulo posible y no se oculta ni a los ojos del turismo. Los excluidos son legión.
Se venden muchos camping gas y cocinillas portátiles. Me aclaran que hay mucha gente que lo ve como una alternativa económica para cocinar, sobre todo si te han cortado la luz. La energía es muy cara y planea la amenaza de la nueva subida del IVA.
Los carteles, pintadas y pancartas del OXI (no) siguen en todas las paredes.
Son flashes de la realidad cotidiana, pero que parecen más preocupantes a la vista de la decepcionante experiencia en que se ha transformado el referéndum del pasado fin de semana.
Mirando al cercanísimo 5 de julio recuerdo mi charla con el anarquista Mihalis. Mucha gente de tendencia abstencionista terminó votando no, conscientes de que la victoria del sí era un suicidio social de consecuencias catastróficas.
Ahora el cabreo es monumental, con un parlamento reunido con nocturnidad y alevosía (el pleno empezó a las 3 de la mañana) para cargarse la voluntad popular. Tampoco es nada nuevo si uno confía más de la cuenta en la política parlamentaria, pero se vive como la confirmación de un nuevo golpe que se traduce en una vida aún más jodida para la gente de a pie: jubilarse más tarde, ganar menos, pagar más iva incluso por los productos básicos…
A lo largo de toda la semana ha habido concentraciones constantes en todo el país pidiendo que elNO al miedo, uno de los esloganes de la campaña, fuera una realidad.
Por supuesto ha convocado el vigoroso movimiento anarquista y autónomo, pero también marxistas, sindicatos o sectores vinculados a la propia Syriza.
Muchas personas, no necesariamente implicadas en movimientos políticos han sido claras pidiendo que se profundizara en un discurso netamente crítico con la línea de capitalismo duro que ha machacado la vida de la gente. No hay que entenderlo solo como un análisis político, sino como un hartazgo general de quien ve cómo está funcionando el juego más allá de la visión simplista del resto de los europeos.
El común de los griegos ve muy claro que este tablero juegan muchas piezas a las que les convenía un sí y que dan especial miedo.
Por un lado están unas fuerzas armadas totalmente desproporcionadas (Grecia tiene un ejército similar al alemán con la octava parte de población) que siguen teniendo un trato privilegiado, dilapidan dinero público con el beneplácito incluso de Syriza y que están recordando que ahí siguen. No hay ruido de sables, pero nada indica que no pueda haberlo. Es un miedo real.
Tampoco son ajenos los griegos a unos medios de comunicación mayormente de derechas con una campaña política de permanente intoxicación que en estos días se han empeñado a fondo.
Los dueños de esos medios, a su vez, son aquellos que gozan de una vida de lujos a base de haber evadido pasta a manos llenas. A los grandes empresarios griegos helenos se les conoce por su sigilo. Son un compendio desconocido de magnates de navieras y oligarcas de la industria energética y financiera. Su poder político en la sombra ha llevado a considerarlos un estado alternativo.
Y por supuesto sigue agazapado en espera de su oportunidad el caduco y corrupto bipartidismo del Pasok y Nueva Democracia. Se vieron apeados de su poltrona y parecen preferir ver antes al pueblo hundido en la miseria que renunciar a una realidad que les ha sido favorable durante décadas.
Pero, además, el fenómeno del referéndum no ha hecho sino dejar patentes las inmensas limitaciones del juego electoral, como le está sucediendo también a una Syriza que se resquebraja a ojos vista. Lo que se vendió como un cauce de expresión de democracia directa ha terminado estrangulado por un corsé económico que no deja un milímetro para cuestionar el estado de las cosas.
Vuelvo a la calle, pronto iré al flamante aeropuerto, construido en unas olimpiadas que arruinaron la economía y enriquecieron a unos pocos. 2004 ya queda muy lejos y vuelven los breves flashes de realidad.
Atravieso la degradada c/ Veranzerou. Muchos yonkis, pero casi no hay prostitutas. Cruel ironía: no hay efectivo y en la prostitución callejera no se paga con tarjeta.
Estoy en el jardín okupado de Tsamadou Kipaki y hay un concierto para una persona con problemas de salud. Ser discapacitado en Grecia se ha convertido en una lacra atroz para quien la padece, puesto que las coberturas sociales se redujeron considerablemente y aún no se han recuperado. Se depende de la solidaridad familiar o de amigos.
Hablo con la gente y la decepción es clara. Igual es tiempo de un cuestionamiento más amplio. Un grupo toca una versión de Talking about revolution, de Tracy Chapman. De momento puede ser un susurro, pero la esperanza no ha de ser vana. Me dice un asistente que mucha gente tiene miedo a hablar de revolución.
Quién sabe. El juego está abierto y la humillación ha sido demasiado grande.
Vídeo oxi sto fovo (No al miedo) grabado los días 4 y 5 de julio
J.M. Marshal, enviado especial en Atenas de Radio Topo y AraInfo.
Jun 18
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