En estos días tenemos muy presente la noticia de los miles, cientos de miles de hecho, de personas buscando refugio en los últimos meses en la fortaleza europea. Intentando acceder desde los países extracomunitarios o la expoliada Grecia hacia un futuro garantizado por los llamados estados del bienestar, que de momento prefieren dejar la patata caliente a la Europa menos boyante.
Estos miles de personas están siendo usadas como arma arrojadiza o moneda de cambio por gobernantes oportunistas y por fascistas más o menos camuflados. Algunos neofascistas, eso sí, se muestran ya sin el menor camuflaje como es el caso de Hungría que está levantando un nuevo muro de la vergüenza, no tan distinto del que también tiene el Estado Español en África.
Igual queda quien no se había enterado, pero, estimados europeos, tenemos 90 millones de personas en guerra en Europa, como es el caso ucraniano, o a las mismas puertas del continente en Siria, Libia e Irak. Y eso siendo generosos, no incluyendo lugares como Gaza o el Kurdistán dominado por Turquía, donde decir que hay paz parece humor negro.
No queremos ampliar un poco más el foco, porque sino también tendríamos que incluir a Yemen y su reactivada guerra civil, animada desde Arabia Saudí, o el más lejano Afganistán y su guerra sin fin.
Todo esto dejando al margen las guerras olvidadas del continente africano, olvidadas pero interminables. Si sumáramos las cifras de todas las personas afectadas de una u otra manera por conflictos bélicos en el planeta probablemente nos acercáramos al escalofriante dato de 300 millones de seres humanos.
Tendríamos que remontarnos mucho tiempo para encontrarnos una situación de guerra tan extensa y que afectara a tantas personas. No es una guerra mundial, pero se extiende por buena parte del mundo, aunque en demasiadas ocasiones prefiramos mirar hacia otro lado.
Vamos a mirarlo como un occidental con posibles y un mes de vacaciones: haz la cuenta de a cuántos países no te irías de turismo ahora mismo por su situación de violencia. Pues eso.
También está la paz armada, como lo que se vive en Túnez o Egipto ahora mismo, con conflictos soterrados y zonas enteras que son auténticos polvorines. O la más descarada dictadura, como es el caso egipcio, donde la comunidad internacional ha optado por el silencio cómod la cercana Eritrea, donde el conflicto permanece latente y el dictador Afewerki mantiene un auténtico régimen de terror.
Si nos ponemos a mirar con detalle la situación bélica que nos rodea en sus diferentes estados todavía proporciona más motivos de preocupación, porque se trata, mayormente, de conflictos muy enquistados y sin visos de solución tan siquiera a medio plazo y, mayormente, guerras civiles de una crueldad extrema.
La más cercana, sin duda, es la de Ucrania, ahora un poco arrinconada de los medios, pero que ahí sigue con su goteo de muertos y desplazados. Los muertos, no hace falta decirlo, son mayormente civiles, pero además es un conflicto en que varias potencias están practicando la política de “patada en culo ajeno” intentando perjudicar los intereses de la Rusia de Putin o bien sacar negocio a cuenta de la UE. No falta quien lo tenga todo muy claro y haya colgado etiquetas de buenos y malos desde algunos sectores de la izquierda. Personalmente ese maniqueísmo se me queda cortísimo, como me parece absurdo el argumento de quien pretenda defender el concepto de guerra justa.
Si miramos a Libia, un país desde el que está huyendo la población a marchas forzadas la situación del conflicto civil es terrible. Hay que admitir que la multitud de facciones del conflicto es difícil de entender: Dos gobiernos, cientos de tribus y señores de la guerra, grupos yihadistas enfrentados entre sí, entre ellos el Estado Islámico (EI) o Ansar Al-Sharia, en la órbita de Al Qaeda. Y, por supuesto, muertos a diario, ajustes de cuentas y muchísimas armas.
En este conflicto, como en todos, hay muchos que se han apuntado a la fiesta. Así pues los Emiratos Árabes se han dedicado a bombardear Trípoli, mientras Qatar se dedica a armar a grupos islamistas afines a los Hermanos Musulmanes.
La cifra de desplazados es de 434.000 personas, la mayoría de las cuales han huido del país, aunque podría ser mayor. La cifra de muertos es casi imposible de calcular.
De Siria es mucho lo que se ha contado, aunque distinguir a todas las facciones en combate tampoco es fácil. Es lo que se llama un conflicto asimétrico, que en la práctica viene a ser un pandemonium de bandos matándose entre sí y que eventualmente pueden ser aliados. Es más mediático el EI, con su colección de atrocidades filmadas, pero el conflicto lleva ya 4 años y medio de sangría en que los que parecían luchadores de la libertad contra el régimen de El Assad han terminado siendo aún peores que el estado que decían combatir.
Y como consecuencia de esta masacre, 200.000 muertos y tres millones de desplazados. Si hay quien ve un problema en los refugiados, que le pregunten a países como Jordania con sus 700.000 sirios y una economía más que precaria.
En la frontera con Turquía además se está produciendo el fuerte conflicto de Rojava, en el que el pueblo kurdo resiste por un lado a los fanáticos islamistas del EI y por otro a Turquía, amigo de conveniencia de los islamistas, y los bombardeos internacionales.
Porque oportunismo sanguinario es lo que sobra. Ahora mismo, Turquía está aprovechando para ensañarse de nuevo con el pueblo kurdo, tras unos años de una precaria paz en la que el estado turco no ha dejado de encarcelar disidentes y ejercer represión de baja intensidad que ahora se ha desbocado.
De Irak poco más se puede contar de lo que ya se sabe. En un país en la práctica casi inexistente, dividido en facciones sectarias y con una miríada de grupos enfrentados. En teoría la guerra terminó en 2011, con la retirada de las tropas estadounidenses
Por lo visto nadie se lo explicó a los diferentes bandos en conflicto y desde entonces aún han muerto 15.000 personas y a diario se producen escaramuzas armadas. El 75% de los niños han desertado de la actividad escolar y al menos 1.600.000 iraquíes siguen desplazados de sus hogares. Eso sí, podemos vanagloriarnos de que este ha sido un producto puramente occidental. Una guerra provocada por Occidente de la que Occidente se desentendió hace tiempo.
Los estados más favorecidos se desentienden de demasiadas cosas, sobre todo cuando no son un negocio.
Los refugiados molestan y si mueren asfixiados en una travesía infame o ahogados en una precaria embarcación parece que hagan feo. Si los desplazados se quedan en países del Sur parecen menos desplazados, parece que la guerra no nos afecte.
Olvidar es fácil, mirar hacia otro lado cómodo, pero la guerra es la realidad cotidiana de millones de personas, 90 en nuestra puerta. A lo mejor hay que empezar a mirar de cara esa realidad y tomar conciencia de la misma.
2 pings
El Acratador 27 de Agosto 2015 » El Acratador
27 agosto, 2015 a las 11:19 pm (UTC 2) Enlace a este comentario
[…] nuestro ámbito más cercano, junto con las crisis de desplazados que producen. Sobre ello editorializamos. Pero también lanzamos una mirada a los planes perversos de la OTAN a través de las […]
El Acratador 27 Agosto 2015 | Radio Topo 101.8 FM
27 agosto, 2015 a las 11:26 pm (UTC 2) Enlace a este comentario
[…] nuestro ámbito más cercano, junto con las crisis de desplazados que producen. Sobre ello editorializamos. Pero también lanzamos una mirada a los planes perversos de la OTAN a través de las […]